Nunca es fácil resumir en unas pocas líneas lo que fue la vida de una persona. Más aun cuando esa persona ha caminado junto a nosotros durante tanto tiempo.
Decir que nos conocimos mientras estudiábamos en la Universidad y que allí comenzaron a forjarse nuestros sueños profesionales y familiares, podría ser un comienzo. Pero quizá más importante sea señalar que desde el primer momento en que conocimos a Norberto, nos impresionó por su humildad y espíritu de servicio. Siempre pronto a dar una mano. Y este rasgo que descubrimos en su personalidad fue una constante de toda su vida.
Fue siempre un luchador. Empezó desde muy abajo. Rápidamente la vida lo puso al frente de su familia, ante el prematuro fallecimiento de su padre y la enfermedad irrecuperable de su hermana mayor. Con su madre y su hermano menor a cuestas, supo asumir el desafío que se le presentaba por delante. Se sucedieron entonces una serie de trabajos, que representaron una transición en su vida y que le permitieron ayudar a la familia y costearse sus estudios.
Curiosamente, uno de esos trabajos como empleado administrativo de una importante empresa de seguros lo vincularía con un tema al que dedicó toda su vida profesional y docente: el derecho de seguros.
Con el tiempo llegaron los logros. Sin pocas dificultades, por las enormes responsabilidades asumidas, coronó sus esfuerzos con su título de abogado y rápidamente formó su propia familia: su mujer y sus seis hijos, por quienes siguió luchando hasta el fin de sus días, y a quienes amó más allá de lo imaginable.
Norberto fue también un gran emprendedor. Se enamoró del mundo del Seguro y a él dedicó todos sus esfuerzos. Ingresó en la cátedra y fue perfeccionándose hasta alcanzar la titularidad indiscutida de la materia. Muchos Congresos y Jornadas, en Mendoza y en el resto del país, lo tuvieron como protagonista destacado. Logró el respeto y el reconocimiento de todos aquellos que se dedicaron, igual que él, a la profundización de esta área del conocimiento. Pero además, se transformó en hombre de consulta permanente para aquellos que como él dedicaban sus esfuerzos a esta temática, siempre con gran sencillez.
Fue un hombre cabal y de palabra. Le tocó lidiar en una de las áreas más difíciles de la profesión, donde la batalla con los colegas se torna ríspida, donde la defensa del cliente se hace muchas veces muy difícil. Sin embargo, obtuvo el respeto, la admiración y sobre todo, el afecto de quienes eran sus ocasionales adversarios. Ellos sabían que su palabra bastaba. Y sabían que podían confiar en él. También muchas veces los enojos y fuertes disputas con los colegas, servían para ubicar a algún díscolo, que aprendía que con Norberto, las prácticas habituales no servían. Por las buenas, todo. Por las malas, nada.
Pero fundamentalmente, Norberto fue un ser humano excepcional. Generoso y preocupado con todos y por todos los que le rodeaban en su diario quehacer. Sus amigos se contaban por decenas. Deportista apasionado. Futbolista duro y leal. Ejemplo para los más jóvenes, quienes no podían ocultar su admiración por él. Persona sensible, sentía profundamente los dolores propios y ajenos. Tenía un corazón enorme y transmitía su amistad generosa y desinteresada a quienes se acercaban a él. Pocos han sido tan queridos. Y de ello pudieron darse cuenta Magda y sus hijos cuando debimos despedirlo, confundidos y casi sin darnos cuenta de qué había sucedido.
No será fácil el camino de aquí en adelante. Sobre todo para quienes compartimos sueños con él. Sus hijos, que siguen su derrotero, pueden tener la serena alegría de continuar sus pasos en el mismo lugar que él ayudó a construir y el inmenso orgullo de exhibir su apellido. Porque a partir de Norberto, el nombre que llevan ha quedado inscripto entre aquellos que honraron la vida, la amistad, el amor, la honradez, la generosidad sin límites. No. No será fácil.
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